Aunque haya sido hace 64 años. Es necesario recordar y recordarles del exterminio atómico. Esto sucedió en dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki.
Sucedió también al final de una guerra. Probablemente, muchos jóvenes y muchas jóvenes de mi edad, no conocen ni reconocen este ataque nuclear ordenado por Harry Truman, ex presidente de Estados Unidos en contra del pueblo de Japón.
Seguramente Harry Truman, el presidente número 13 de Estados Unidos, se tomo en serio pertenecer al Ku Klux Klan.
No puedo impedirlo. Hiroshima y Nagasaki me parecen demasiado reales y demasiado actuales. Puedo recordar aún (aunque no había nacido), el día en el que Enola Gay, la superfortaleza B-29 con el nombre de la madre del piloto, lanzó Little Boy, una bomba explosiva de uranio de 5 toneladas, sobre Hiroshima (6 de agosto de 1945).
Tres días después (9 de agosto de 1945), y por si no era evidente, recuero que otro avión, con el gracioso nombre de Bock’s Car (por su piloto original), lanzó Fat Man, que en español es Hombre gordo, una bomba más compleja por implosión de plutonio, sobre Nagasaki.
Esto no lo he conocido en una clase de historia, es más, recuerdo haber escuchado el tema en una aula universitaria, en una materia de Química.
En Hiroshima, Little Boy mató instantáneamente a casi 80.000 personas, y gravemente heridas quedaron un número igual. Se cuenta que, (para aquellos seguidores de la ficción) en este lugar se creo una bola de fuego que llegó a más de un millón de grados Celsius.
Por su parte, Fat Man estalló y exterminó a 74.000 personas en Nagasaki, con la fuerza de 22.000 toneladas de TNT. Otras 75.000 fueron gravemente heridas.
Poco después de los bombardeos, miles murieron por envenenamiento, por radiación y por otras enfermedades derivadas de este ataque. Esto persistió por meses, y luego por años.
No se si cuando vamos a marchas o actos “conmemorativos” sobre este hecho, recordamos todo esto o si lo conocemos. 64 años después, a Hiroshima y Nagasaki no le sirven tantos símbolos de paz.
Mientras el mayor comercio mundial es el armamentismo, las fotografías, los testimonios están quedando en el estante de las bibliotecas. Sí, esto también es importante.
El terror o terrorismo del exterminio nuclear parece haber desaparecido. Aún cuando las nueve potencias nucleares – EE.UU., Rusia, Francia, Inglaterra, China, Israel, Pakistán, India y Corea del Norte – tienen en conjunto más de 27.000 armas nucleares operacionales entre ellas, suficientes para destruir varios planetas del tamaño de
Little Boy era una ojiva de 15 kilotones. La mayor parte de las ojivas en el arsenal de EE.UU. actual son de 100 o 300 kilotones. Una verdad impensable e ineludible. Es necesario seguir recordando, pero también desconfiando y exigiendo.
Bibliografía:
- Bix, Herbert (1996). Hiroshima in History and Memory (en inglés). Cambridge University Press.- Holdstock, Douglas (1995). Hiroshima and Nagasaki: retrospect and prospect (en inglés). Routledge.
- Thomas, Gordon; Morgan Witts, Max (2005). Enola Gay: Una apasionante investigación sobre la bomba atómica de Hiroshima (en español).
Ediciones B - Mexico.
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ALER CONTACTO SUR: Edición Vespertina
64 años de la bomba en Hiroshima y Nagasaki
Entrevista: Rafael de la Rubia, Marcha Mundial de la Paz (Japón)
En varias ciudades del mundo, miles de personas recordaron a las víctimas del lanzamiento de la primera bomba nuclear, sobre las ciudades japonesas, de Hiroshima y Nagasaki. El lanzamiento de esta poderosa arma nuclear causó la muerte de 140 mil personas. A pesar de los tratados y convenios internacionales pocos son los verdaderos avances por lograr disminuir las armas y menos aún por desaparecerlas.
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