martes, 16 de diciembre de 2008

El Mozote: justicia para perdonar; verdad para reparar





Este mes se cumplen 27 años de exigir justicia ante una de las peores masacres acontecidas en América Latina, la masacre de El Mozote; y sobre todo, se pide recordar para no repetir la historia.

El Mozote está ubicado en la jurisdicción de Meanguera, en la provincia oriental de Morazán y a unos 200 kilómetros al noreste de la capital salvadoreña. En ésta zona, tuvo lugar una matanza entre el diez y trece de diciembre del año 1981, realizada por el ejército.

Como fruto de minuciosos trabajos de investigación, liderados por Tutela Legal del arzobispado de San Salvador, con la ayuda de antropólogos forenses de Argentina, lograron individualizar a 819 personas de los más de mil seres humanos ejecutados en ese lugar.

De estas víctimas, 449 – prácticamente la mitad del total- son niños y niñas, es decir, menores de 18 años; se determinó asimismo que dos terceras partes eran menores de 12 años. En otras palabras: “fue un acto de barbarie contra niñas y niños indefensos e inocentes”.

Hace casi tres décadas toda esa región del norte de Morazán era una de las zonas bajo control insurgente, y desde ahí transmitía Radio Venceremos, considerada clandestina por el gobierno. Causas por la cual, el Batallón Atlacatl del ejército salvadoreño arremetió en contra de éste poblado.

Efectivos de éste mismo batallón, entrenados en bases de Estados Unidos en tácticas contrainsurgentes, también participaron en la matanza de seis sacerdotes jesuitas, a los que el gobierno acusaba de colaborar con la guerrilla.

Ante la negativa de la justicia salvadoreña a investigar la masacre, Tutela Legal del Arzobispado y el Centro Internacional para la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) pidieron desde 2006 la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con sede en Washington.

También, en el marco de la conmemoración de este suceso diferentes comunidades han dispuesto una declaratoria en la que lamentan que no se reconozca la verdad y que el caso aun siga impune a pesar de las evidentes violaciones a derechos humanos, además le exigen al presidente de El Salvador reconocimiento y justicia.

Una sobreviviente de los asesinatos en el propio Mozote, Rufina Amaya (recientemente fallecida), narró por años lo ocurrido. Ella logró escapar de los soldados aprovechando la oscuridad de la noche, pero sus cuatro hijos menores fueron asesinados.

En El Mozote: Cuatro siluetas de metal y en negro, que representan a una familia, conservan la memoria de los masacrados y masacradas. Al pie de estos una inscripción: Ellos no están muertos. Están con nosotros, ustedes y con la Humanidad.

Geovani Montalvo

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